domingo, 27 de noviembre de 2011

TRAUMAS...

Me parece muy curioso y reseñable el hecho de que, cuando hemos sufrido en la infancia algún revés o infortunio, o hemos tenido alguna vivencia que nos marcó de por vida, años después digamos que tenemos un "trauma". Si es un trauma, ¿por qué no vamos al traumatólogo, en vez de un gabinete psicológico?. ¿Tienen huesos los recuerdos?. Si un traumatólogo tiene un trauma, ¿se le cura solo o tiene que ir a terapia?... estoy inmerso en un mar de dudas, y todos estos pensamientos me afloran últimamente, porque yo, yo mismo, el que suscribe y escribe; yo tengo un trauma infantil...

Pensé en tomar medidas y solucionarlo por varias vías. Pedí consulta con traumatología por medio de mi médico de familia. Al cursarlo como petición urgente, he tenido la suerte de que me den cita para el mes de marzo. Esa es la inmensa ventaja de ser beneficiario del servicio regional de salud de esta Comunidad de Madrid, traumatizada como está, la pobre. También tengo la opción de acudir a la psicología, pero conozco a unos cuantos psicólogos y psicólogas, y bastante tienen ya con lo suyo como para andar yo molestando... así que haré lo que había pensado desde un principio y compartiré mi trauma con el universo.

MARCO...

... efectivamente, aquella serie de dibujos animados, la del niño cabezón que iba de viaje con un mono albino. Ya ves tú qué tontería... pues yo, cuando era pequeño, veía el capítulo de marras y me ponía a llorar como una magdalena, que si mamá está lejos, su buena mamá, su pobre mamá, la madre que le parió, y yo a moco tendido, con mi madre amenaza en ristre "si te vas a poner así, no ves los dibujos". Y por supuesto, ante la amenaza, más llantos y súplicas, porque yo con cuatro, cinco años a lo sumo, debía ser el más morboso de los niños. Mientras casi todo el mundo parecía disfrutar con aquella historia, yo la sufría y padecía, y aún así, deseaba que llegase la semana siguiente para poder seguir el hilo argumental, ansioso de saber si, de una puñetera vez, el jodido Marco encontraba a su madre...

Y es ahora cuando, con mi trauma en el lomo, bien embuchado, analizo los pormenores de la bienamada serie animada. Sopeso los datos, hago mis elucubraciones, y años después caigo en la cuenta de que tengo, y tenía en su momento, razones de peso para considerar particularmente nocivos para la infancia los dichosos dibujitos del cabezón. Y me explico:

"Una madre se va a otro país en busca de un mejor futuro, y deja en casa a su marido y dos hijos"... la pobre... vamos a ver, chavalote, Marco, a ver si te entra en la cabeza esa que tienes tan descomunal. Que tu madre se ha ido de Génova (Italia) a Tucumán (Argentina), 11000 km de tierra, mar y aire, y lo hace por tu bien... sí, sí, os quiere con locura. Os quiere tanto, que en vez de buscar curro en París, o Londres, se pira donde Cristo dió las tres voces, 11000 km. En fin, lo que en mi pueblo llamamos ABANDONO DEL HOGAAAAAAAAR. Que vamos a ver, que no tengo nada en contra de la señora, pues visto lo visto, era la más espabilada del cuento. Para empezar, su marido está sin trabajo, el pobre. Así que, en vez de buscarlo, se pasa la mitad de los capítulos, o bien desayunando, o bien comiendo, o bien bebiendo vino, o bien no haciendo nada, ahí va ese cuajo genovés. Redaños como puños tiene el padre, que en un ejercicio de responsabilidad adulta y madurez sin par, deja marchar, no digo al mayor de los hermanos, sino al pequeño, para que se pegue el viaje (recordemos, 11000 km), con el objeto de encontrar a su buena mamá. Como si no hubiera quedado suficientemente claro que la buena mamá, NO, repito, NO quiere ser encontrada, ni por el vago borracho de su marido, ni por el cansino cabezón de su hijo.
Capítulo aparte merece el hermano mayor, que bien metidito en su papel, y apenas participando en desayunos y comidas paternofiliales, decide marcharse de casa mediada la serie, para estudiar y ser ferroviario... claro, para ser de provecho en un futuro, pero mejor lejos de casa, no vaya a ser que tenga que acompañar al pesado del hermano. Y por fin, nuestro amigo Marco, el de la humilde morada que se levanta temprano para ayudar a su buena mamá, recuerden, la que se ha ido a tomar por culo DESDE EL PRINCIPIO DE LA SERIE. Insisto, para que se me entienda con suficiencia. El caso es que, por estas cosas de la vida, seguramente pillando al padre en un día de esos de pedo supino, jarto de vino, Marco le convence para irse a la Argentina, viiiiiiiiste, acompañado de su amigo Amedio... un mono... un mono enano blanco que le han regalado unos perroflautas italianos a la antigua, que a saber que sustancia le han dado al mono para que tenga ese color de pelazo, y ese careto negruno. Aaay Amedio... a medio kilómetro te dejaba yo abandonado, que dios los ha de criar para luego juntarlos.
En fin, que el niño se va con el mono de interrail atlántico, ahí, a lo cutre, con el hatillo y haciendo dedo, y lo mejor es que sólo interactúa con adultos que le tratan como tal. Pero vamos a ver, ¿es que no hay nadie en esta serie que le de un bofetón al chiquillo y le mande de vuelta a su casa?. Pues no, todos le hacen caso, le dan comida, a él y al mono, que os recuerdo entraba en el pack, estamos contigo, ánimo Forrest... Y en un momento dado, piensas "va, en cualquier momento aparece el padre, cargado de razón, nunca es tarde, y acompaña al niño para que regresen a Italia (a buscar a la perra de mi mujer, ni de coña...)". Pero no, eso no pasa nunca, Marco sigue solo, erre que erre, que si mi madre, mi madre, todo el rato mi madre. Y por supuesto, tooooodos los finales de capítulo con la silueta del niño y el mono mirando a un horizonte con puesta de sol, para dar más bajón y hundir más en la mierda al que lo está viendo, que ya no sabes si quieres que encuentre a su madre viva, o mejor muerta, para que se acabe la historia del todo.

Pues sí, este es mi trauma. Hasta tal punto que, conocido como es el final de la historia, yo lo supe con el tiempo gracias a la colección de cromos, promoción de una conocida marca de yogures, pues nunca me atreví a ver el último capítulo. La madre, enferma hasta decir basta, desde su lecho observa como un niño con cabeza XXL llora de emoción porque su viaje tiene un final feliz. Lo que nadie dice es que ella se queda con cara de póker, más flipada que Amedio. Vamos, que estaba a punto de morirse y se reanima. Claro, ¿cómo no se va a alegrar de reencontrarse con su hijo, al que dejó hace meses y 11000 km atrás?. Qué bien, otra vez juntos... (al menos no ha venido tu padre).

Yo por mi parte, y a fuerza de contarlo, parece que lo voy superando, e incluso aventuro finales paralelos y alternativos a la historia. El hermano de Marco, por supuesto, fue el fundador de las becas Erasmus, y ni fue ferroviario ni nada de nada, pero eso sí, lo bien que lo pasó... El padre de Marco dejó el alcohol, y directamente pasó al opio, que ya se empezaba a poner de moda en Europa. Eso sí, abandonó los desayunos y comidas, y se pasó al bando de la merienda-cena. Amedio se volvió de Argentina, tarado perdido, pues de tanto escuchar al petulante de su dueño, le entraron ganas de buscar sus raices y de encontrar a su madre también. Finalmente, acabó en un circo rumano, no encontró sus raices, ni a su madre, pero al menos no tiene que aguantar a Marco. Y en cuanto a Marco, pues eso, una vez superado su complejo enfermizo de Edipo, decidió volver a Italia y se puso a estudiar para ser ferroviario, a ver si alguien de la familia conseguía hacer algo de provecho de una santa vez.

Y que conste que madre no hay más que una, eh...

1 comentario:

  1. En mi caso, mi gusto por la sustancias estupefacientes, legales o no legales, viene por culpa de Heidi y sus mensajes subliminales. Todos recordamos y hemos cantado "Abuelito dime tu", pero si analizamos en profundidad la letra es uno de los mayores homenajes al cannabis y a la cocaína.
    Sin más rodeos la letra de marras:
    -" Abuelito dime tú,
    qué sonidos son los que oigo yo.
    Abuelito dime tú,
    por qué yo en la nube voy." Empezamos la primera fase de cuelgue en la cuál precibimos sonidos que no son audibles en un estado de normalidad química. La referencia a la nube se comenta por si sola.
    -"Dime por qué vuela el águila así,
    dime por qué yo soy tan feliz,
    abuelitooooo,
    nunca yo de ti me alejaré." De los sonidos pasamos a la imágenes y lo más intrigante ¿Porqué no se quiere alejar de su abuelo? Mi conclusión: es su camello.
    -"Abuelito dime tú, lo que dice
    el viento en su canción.
    Abuelito dime tú,
    por qué llovio, por qué nevó.
    Dime por qué somos blancos,
    dime por qué soy tan feliz,
    abuelitoooo..." Las referencias a una casa llena de cocaina son claros y sin ningún atisbo de quererlo ocultar.
    Se habla de Lucy in the Sky with Diamonds (LSD) de The Beatles como una de las obras musicales que mayor gloria hicieron a las drogas en la época de los 60/70, pero creo que "Abuelito dime tu" no tiene nada que envidiar a la obra del cuarteto de Liverpool.
    P.D: Enhorabuena por tu blog, soy fiel seguidor.

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