domingo, 30 de octubre de 2011

PIADOSAS Y PELIGROSAS

A lo largo de la historia se han dado determinadas circunstancias, en determinados momentos y a través de determinados personajes, en los que la verdad ha coqueteado con la mentira, y viceversa, en un sinuoso juego consentido y consensuado, pensando que a veces, una verdad a medias es más valiosa y certera que una verdad sincera y rotunda. O más bien lo contrario, pequeñas mentiras, piadosas que llamamos, que, en fin, no van a ningún lado, no hacen daño a nadie y contentan a la mayoría. Mentiras piadosas, verdades placebo, medias tintas o explicaciones parciales, lo cierto es que nos bastan para que nuestra existencia sea plácida, despreocupada y plena. Y así, pues tan felices y conformes, porque no tenemos razones para dudar de lo que sucede, o de lo que nos cuentan que sucede... ¿o sí?...

"Cariño, no estés tan tensa. Son cuatro gotas, y en cinco minutos ya verás como descampa". Noé a su mujer.

"Por supuesto que las torturas no me han hecho cambiar de opinión. Es que he estado pensándolo mejor". Galileo al tribunal.

"No seas paranoico. Es un bombardeo ordinario, según protocolo y sobre objetivos militares". Piloto a copiloto del Enola Gay, sobrevolando Hiroshima.

Y en nuestro quehacer cotidiano nos enfrentamos también en multitud de ocasiones a situaciones en las que la verdad se tambalea, cimbreando sobre la cuerda floja, dispuesta a ocultarse tras una maleza de argumentos y excusas:

"Pues claro que te queda estupenda la falda. Por eso es mejor que hoy no te la pongas, que cualquier torpe te la puede quemar con el cigarro". Es verdad, teniendo en cuenta que vamos al cine (no se puede fumar) y después cenaremos algo en cualquier sitio (no se puede fumar).

"Me he tomado unas cervezas en el cocktail, y luego una copa de vino en la comida, pero vamos, luego ya nada más... que estoy bien, seguuuuuro. Me termino el refresco y os acerco a casa, que voy bieeeeeen". Bien no, vas divino. Te has bebido el agua de los charcos, estás subidito, eres el más guay, y por lo visto, el gin-tonic computa como refresco.

"Oye, que a ver si nos vemos ya de una vez, que hay ganas. Yo que se, organizamos una comida, o lo que sea... venga, pues hablamos...". Y cuelgas el teléfono y te dispones a esperar otros cuatro meses para volver a tener la misma conversación. Lo que es hablar, hablamos, ¿no?.

En nuestra vida de infantes hemos tenido que asumir una buena dosis de mentiras piadosas, cándidas mentirijillas de nuestros progenitores que servían para aumentar nuestras reservas de ilusión y fantasía: el ratoncito Pérez, los Reyes Magos, cómete el pescado, que no tiene espinas, que se las he quitado una a una... y nosotros, pues tan felices. Bueno, lo de las espinas merecería un capítulo aparte, así como las hebras del puré (que no tiene hebras, y tú ahí, con la bola vegetal, que como te la tragues igual hasta cagas una bolsa de rafia). En definitiva, que nos pasamos el día asintiendo, poniendo cara de poker, asumiendo como obviedades lo que son mentiras podridas y, finalmente, sobreviviendo a la mentira más gorda y peligrosa para toda la humanidad: LA INFORMACIÓN. Y para colmo, resulta que tenemos que estar bien informados para poder opinar... así pasa, que se te quitan las ganas hasta de opinar. Daré mis dos últimos ejemplos:

"Son como unos hilillos de plastilina...". Efectivamente... veías las imágenes submarinas del escape y al estar bieeeen informado y documentado, pues nada, tú tan tranquilo. Oye, que mira que son exagerados estos rojeras, si al Prestige habría que haberlo rebautizado Play-School. Sonaba como la famosa explicación de cómo se engendran los niños, lo de la semillita de papá y... bueno, el burdo final es de todos conocido. Así, si cambiamos semillita por hilillos, consecuentemente podríamos cambiar empujón-de-papá por ca-tás-tro-fe ab-so-lu-ta. Resultado final: soy un demagogo.

"No es crisis, es un proceso de recesión...". Efectivamente... cada vez conocías más gente que se iba al paro, obras pendientes de finalización, una tras otra; morosidad paulatinamente creciente, insolvencia insostenible, depreciación de los valores bursátiles, Ministro de Economía que te dice "oye, tú, háztelo mirar, que yo creo que vas de farol y no va a colar", que nooooo, tranquiiiilos, que estamos en situación solventeeee, Ministro de Economía que dimite, se va a casa y se hiperventila; el mundo entero asomándose al abismo enorme que siempre lo fue, pero que como había cierta neblina no daba tanto vértigo. Pues venga, vale, será una recesión, si bien, amparándonos en que determinado cefalópodo es animal de compañía, tendremos que traducir "pulpo a feira" por "patatas a lo pobre". Resultado final: soy un demagogo.

Y lo peor, es que, siendo como son éstas las mentiras más peligrosas, resulta que tratan de presentarlas a nuestros ojos como las más piadosas. Los hilillos son chiquititos, casi cariñosos... las hebras de puré, esas sí que son unas hijas de puta (perdón). La crisis... hombre, para crisis mala, mala, la de los cuarenta... la de los cuarenta sopapos que se tenía que haber llevado más de uno en su momento, tanto tranquilizar, tanto tranquilizar...

Hubo quien dijo que lo que mueve realmente el mundo es la energía. Yo añadiría que lo que lo remueve es la información, que es moneda de cambio entre las cabezas pensantes y las cabezas sufrientes, y que cada cual se coloque en el grupo que le corresponda. No se qué será peor, si estar mal informado, o estar bien desinformado... que no hombre, que es broma, que todo esto que escribo es mentira... mentirijilla... ¿qué daño te va hacer?...