miércoles, 23 de febrero de 2011

Hola, ¿hay alguien ahí?...

Todo tiene su momento en esta vida, y no hace mucho que en la mía propia ha habido un punto de inflexión que me ha hecho reflexionar y me ha llevado a hacer justo lo que estoy haciendo en este momento: publicar un blog.
Tras una década lozana, en la que abandoné el post-peterpanismo y me asenté como adulto capaz de hacer algo con su vida, finalmente he visto la luz y he abrazado la cruda, digamos al punto, realidad. Dicho de otro modo, para que se me entienda: tengo 36 años, y los aparento, de cabo a rabo. Parece una tontería, pero no lo es, de ningún modo.
Y claro, hay que echar la vista atrás, y ser consciente de varias cosas:
  1. Hace aaaaaaaños que no cierras ningún bar.
  2. Te quedas dormido viendo el tour de Francia.
  3. En dos de cada tres conversaciones en las que intervienes aparecen "tus hijos".
  4. La última cita que tuviste fue para ir al médico... con tus hijos...
Y podría seguir, y seguir, pero no lo haré, no. Nada de lamerse las heridas. Esto es lo que hay, una feroz transición de treintañero a treintón, de niña a mujer, de "¿tienes fuego?" a "señor, ¿tiene hora?". Y como es inevitable y tenía que pasar, pues eso, publico un blog, que parece ser que es lo que tarde o temprano todo cristo acaba por hacer.
Así que aprovecharé  mi amplio bagaje (mierda, es mi primera entrada y no se si bagaje se escribe así) para ir dejando pinceladas de todo un poco, de aquí y allá, de fogones y bemoles, de mitos y timos y, en fin, de cualquier cosa que se me pase por la cabeza.

Ah, y que no cunda el pánico, que intentaré no hablar mucho de mis hijos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario